Era un martes claro y vibrante en Madrid. Las calles alrededor de Arcade Madrid zumbaban con energía, y el espacio que habitualmente acogía a los amantes de los juegos se había convertido en un refugio de introspección y conexión. En el centro del lugar, se alzaba el disco panóptico, dividido en sus misteriosos cuadrantes. Rodeándolo, un grupo de buscadores, almas que cargaban heridas profundas, se reunía con el propósito de sanar. Raúl Ximénez, poeta y creador del método panóptico, esperaba sereno, con su voz como guía y su presencia como ancla.
Raúl comenzó con una declaración firme: "Hoy trabajaremos con el chakra sacro 2.0 y enfrentaremos la herida de abandono. Es una energía poderosa, pero también es un portal hacia la sanación. Nos ubicaremos en el cuadrante inferior del disco panóptico, el Cuadrante #1, donde pivotaremos entre el encuadre_1 (Desconocimiento) y el encuadre_2 (Conocimiento) para iluminar lo que se esconde en las sombras."
Con estas palabras, los participantes tomaron asiento alrededor del disco panóptico. Frente a ellos, espejos fractales reflejaban no solo sus formas externas, sino también las capas más profundas de su ser. Raúl explicó la Ley del Espejo: "Todo juicio que hacemos del otro es un reflejo de algo que habita en nuestro interior. La crítica que lanzamos hacia afuera es un grito de nuestras propias heridas que claman por atención."
Uno por uno, los participantes se enfrentaron al espejo, observando cómo las imágenes respondían a su energía interna. Frente al encuadre_1 (Desconocimiento), surgieron sentimientos de rechazo y vulnerabilidad. Aspectos olvidados o reprimidos de sí mismos se manifestaron con una claridad sorprendente. Raúl guió con voz calmada: "En este cuadrante, el desconocimiento no es un obstáculo, sino una puerta. Lo que criticas en otro es lo que yace dentro de ti. Abraza ese reflejo, porque es el primer paso hacia el conocimiento."
Al pivotar hacia el encuadre_2 (Conocimiento), las sombras del abandono comenzaron a desvanecerse. Las críticas se transformaron en comprensión; los juicios en aceptación. El grupo respiraba al ritmo de su energía sacra, cada inhalación como un puente entre sus heridas y su sanación.
Raúl, en su papel de guía panóptico, culminó la jornada con un poema:
Frente al espejo, hallo fragmentos perdidos. Lo que juzgo en ti, vive en mí, como ecos en un vasto silencio. Entre desconocimiento y conocimiento, las sombras se transforman en claridad. Y en el reflejo, descubro: La herida de abandono es una llama, una luz que ilumina mi esencia.
Arcade Madrid, ahora impregnado de una energía renovada, se convirtió en un espacio sagrado para el grupo. Cada participante se marchó con el corazón más ligero, llevando consigo no solo la experiencia de introspección, sino también un nuevo marco para enfrentar sus heridas y transformar sus sombras en luz.
Antes de que los participantes se despidieran, Raúl propuso un nuevo desafío para continuar su camino hacia la plenitud: "Ahora que hemos trabajado con el chakra sacro 2.0 (yin), busquemos su complemento a través del antichakra abandono 2.0 (yang). Esta convergencia nos permitirá alcanzar el estado Shen donde las siete máscaras y las siete heridas convergen simultáneamente en el presente, el momento Kemon."
Indicó el próximo movimiento dentro del disco panóptico: una diagonal que los llevaría del Cuadrante #1 al Cuadrante #3. "En este nuevo cuadrante exploraremos un efecto espejo diferente. Esta vez, todo aquello que admiramos o nos gusta del otro es una proyección de lo que reside dentro de nosotros. Pivotaremos entre el encuadre #5 (Posibilidad) y el encuadre #6 (Realidad), ampliando nuestra visión y fortaleciendo nuestra esencia."
Con esta invitación, el grupo se despidió con un renovado sentido de propósito y expectativa, llevando consigo no solo una mayor introspección, sino también una nueva senda hacia la sanación y el equilibrio. Arcade Madrid quedó impregnado de ecos de energía sagrada y promesas de transformación.