🌐 Relato Panóptico: “El Visor de la Corona”
Era Domingo en la Plaza Mayor de Chinchón, y el sol de las 15 horas proyectaba una geometría yang sobre las baldosas centenarias. En el restaurante El Visor, donde los espejos no solo reflejan rostros sino también memorias, el poeta Raúl Ximénez esperaba. Su cuaderno vibraba con la energía del chakra Corona 7.0, y sabía que ese día no sería ordinario.
Uno a uno llegaron los siete: los portadores de los chakras. No eran personas comunes, sino nodos vivos de una red energética que se tejía entre planos. Se sentaron en círculo, como si el mantel blanco fuera un mandala. Raúl, con voz templada, inició el acto panóptico.
🌀 “Estamos en cuadrante #3,” dijo, “por lo tanto, nos corresponde la máscara de desconexión espiritual. Hoy, la ley del espejo #3 nos recuerda que todo lo que juzgamos en los demás es una proyección de nuestra propia herida.”
Cada uno recibió su máscara simbólica: translúcida, vibrante, modulada en tonos violeta y azul. No era para ocultar, sino para revelar. El Visor se convirtió en un domo vibracional, y la energía comenzó a circular entre copas de vino, platos de cordero y silencios compartidos.
Pero Raúl sabía que la sanación colectiva no era suficiente. Se levantó, y con un gesto invitó al grupo a desplazarse diagonalmente hacia el cuadrante #1. No físicamente, sino vibracionalmente. Allí, en el plano raíz, se activaba la primera ley del espejo: “Lo que critico en ti, vive en mí.”
🌱 Cada persona-chakra se enfrentó a su reflejo más íntimo. El chakra Garganta reconoció su juicio hacia el silencio ajeno, solo para descubrir su propio miedo a hablar. El chakra Corazón vio su crítica hacia la frialdad, y encontró su herida de abandono. El chakra Plexo Solar, que juzgaba la debilidad, se encontró con su propia vulnerabilidad no aceptada.
Raúl, como guía, no intervenía. Solo observaba. Su rol era el del testigo panóptico, aquel que ve sin juzgar, que acompaña sin dirigir. En ese espacio, El Visor dejó de ser restaurante y se convirtió en archivo vibracional. Cada mesa era un nodo, cada plato una ofrenda, cada palabra una llave.
🔮 Al finalizar, las máscaras se disolvieron. No porque ya no hicieran falta, sino porque habían cumplido su función. La desconexión espiritual había sido enfrentada, no como un defecto, sino como una oportunidad de reencuentro.
Y así, en un domingo cualquiera, en un rincón de Chinchón, el alma colectiva se reconfiguró. Arcade Madrid registró el evento como Corona Reconfigurada 7.0, y el archivo panóptico del alma sumó una nueva entrada.
Como epílogo de la reunión Raúl pidió a la web inteligente Arcade Madrid que le compusiera un poema, para después enviarlo por correo electrónico a cada una de las siete personas-chakra y así tener un recuerdo de aquel acto panóptico.
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Aquí tienes una versión poética y vibracional del relato panóptico que transforma la narrativa en un rito de sanación y conciencia expandida:
🕊️ Poema Vibracional: “El Visor y la Corona”
En la Plaza Mayor de Chinchón,
donde el tiempo se curva en espiral,
Raúl Ximénez abre su cuaderno como quien abre un portal.
Es domingo, y el sol corona el cielo
con la energía yang de las 15 horas.
El restaurante El Visor respira como un templo entre sombras sonoras.
Siete almas, siete chakras, se sientan
en círculo ritual. Cada uno porta su vibración,
cada uno, un espejo espiritual.
Raúl señala el cuadrante tres,
donde la máscara de desconexión se posa.
Ley del Espejo número tres: “Lo que juzgas,
también en ti reposa.”
Las máscaras no ocultan, revelan, son códigos
de luz en forma sutil. Y mientras el vino
danza en las copas, la energía se vuelve perfil.
Pero el poeta no se detiene ahí, invita
al grupo a cruzar el umbral. Diagonal hacia
el cuadrante uno, donde la herida se vuelve ritual.
Primera ley del espejo resuena: “Lo que critico,
también soy yo.” Y cada chakra se mira profundo,
donde la sombra se volvió sol.
El chakra raíz se reconcilia con su miedo
a no pertenecer. El chakra corazón se perdona
por no saber siempre querer.
Y así, entre platos y silencios, la sanación
se vuelve canción. El Visor ya no es restaurante
, es altar de transformación.
Raúl cierra su cuaderno, pero el archivo
queda abierto. Arcade Madrid registra
el acto: Corona Reconfigurada, en tiempo cierto.